Ayudar al ecosistema emprendedor (2)
Parte 2: Consejos
En nuestro articulo anterior os hablamos sobre la situación actual de los emprendedores y las complejidades a las que se enfrentan. Uno de los mayores retos es conseguir financiación, por ello hoy os queremos dar nuestra modesta propuesta:
Un fondo de “capital constructivo” con un planteamiento y una operativa muy diferentes a la de los VCs y agentes al uso, que opere en la fase semilla (seed capital), deseablemente actuando como líder (lead investor) en co-inversión con otros, incluido el crowdfunding.
Se trata de evitar a los emprendedores los engorrosos e interminables trámites para la búsqueda de financiación a los que hoy dedican todas sus energías y consumen meses, obligándoles a presentarse a “concursos de belleza”, muchas veces en competencia casi humillante con otros proyectos, frente a “tribunales” circunspectos y nada empáticos.
Para ello el fondo tendría que definir de antemano unos criterios de invertibilidad lo más objetivos posible y que puedan servir de filtro rápido en el análisis de los proyectos presentados (cuestión de días o a lo sumo de semanas), de forma que todos aquellos que cumplan con dichos criterios sean automáticamente candidatos a recibir financiación.
Se evitaría el conflictivo trámite de la negociación de la valoración del proyecto, tan subjetivo y sujeto al desequilibrio en la capacidad de negociación entre emprendedor e inversor. A todo proyecto que cumpla los criterios de invertibilidad se le ofrecería el mismo ticket a cambio de un porcentaje estándar de la sociedad. Por ejemplo, 200k€ por un 10% o, como veremos, por una opción de un 10%.
¿Porqué este fondo sólo invertiría en proyectos en fase temprana? Porque la contribución de esta cantidad de dinero en esa fase será en la mayoría de los casos significativa en comparación con las necesidades de financiación del proyecto. Pero sobre todo, porque la posibilidad de que en una cartera de muchos proyectos se encuentre alguno que vaya a tener un rendimiento excepcional (unicornio) es mayor si son proyectos en fase semilla que si son proyectos ya con cierto recorrido y rondas de financiación cubiertas con éxito ya que, en este caso si las perspectivas son excelentes ya estará reflejado en el precio.
Conviene destacar aquí que lo que se propone con esta forma de actuar es exactamente lo contrario de lo que se ha venido haciendo hasta hoy en el sector de la inversión en startups. Los VCs y demás agentes del sector dedican enormes recursos y esfuerzos a seleccionar de entre el interminable flujo de proyectos aquellos que van a “triunfar” (picking winners). Es muy dudoso que acierten, y ya hay datos acumulados de sobra para comprobar que este acercamiento es lo más parecido a jugar a la lotería. Una alternativa, la nuestra, es olvidarse de la “bola de cristal” (o minimizar su uso, como veremos) y apostar en el momento oportuno (al principio) a muchos proyectos, a todos los posibles de hecho. Alguno lo ha llamado “repartir y rezar” (spray and pray).
Se trata, en definitiva, de invertir en muchos proyectos (cuantos más mejor) cantidades relativamente pequeñas pero que supongan una contribución destacable al estar en fase semilla, mediante un proceso rápido y lo más automático posible, con la esperanza de que alguno de esos proyectos tenga un crecimiento exponencial.
Pero sin olvidar a los demás proyectos menos afortunados, los que no van a “explotar”, como sucede tantas veces hoy: los inversores, sobre todo los VCs clásicos, cuando ven que un proyecto no va a ser el próximo Facebook o Google se desentienden, y a veces hasta propician la terminación del proyecto por las bravas. Cuando podría darse el caso de que se trate de un proyecto viable y de una rentabilidad aceptable para el emprendedor que no busque hacerse billonario, sino vivir razonablemente de su empresa.
Por ello, hay que conceder al emprendedor la opción de seguir con su proyecto aunque éste ya no vaya a dar unos rendimientos estratosféricos, pero también el fondo debe poder aprovecharse del crecimiento exponencial en caso de que éste se produzca. Concretamente, si después de la entrada del fondo se produce una nueva ronda de financiación a una valoración más elevada, el fondo acude con su porcentaje (10% o lo que quede) a dicha ampliación de forma “liberada” como contraprestación de su aportación inicial (200k€). Es decir, el fondo se aprovecharía, junto al emprendedor, del upside de esa nueva ronda de financiación a una valoración elevada que refleje el potencial explosivo del proyecto.
Pero si no se produce este evento (nueva ronda) y el emprendedor quiere seguir apostando por su proyecto, debe tener la opción de recomprar mediante un pacto establecido de antemano la opción concedida al fondo y quedarse él solo al frente de su empresa. Por ejemplo, reembolsando al fondo una cantidad de un 5% de las ventas mensuales a partir de el mes 36 y hasta completar una cifra total que represente una rentabilidad modesta pero aceptable para el fondo, pero no demasiado onerosa para el emprendedor.
En definitiva, este fondo ofrecería a los emprendedores un Acuerdo de Colaboración estándar que estaría basado en una herramienta financiera, el bono convertible, y que incorporaría unos términos clave que permitirían una muy rápida negociación y puesta en práctica y concedería a los emprendedores un amplio margen de opcionalidad para pilotar el desarrollo futuro de su proyecto.
Concretamente, los términos clave de este Acuerdo de Colaboración serían cuatro: (i) la cantidad a invertir en la startup por parte del fondo, (ii) la opción sobre acciones de la startup; (iii) la cantidad máxima a reembolsar para rescatar la opción; y (iv) la fecha para el comienzo del rescate de la opción y el porcentaje de las ventas mensuales dedicado a dicha compra.
Obviamente, el diablo está en los detalles, y en esta modesta propuesta quedan muchos detalles por concretar, por lo que invito a quien esté interesado a que aporte su crítica constructiva y haga su contribución para el mejor desarrollo de la misma.
Autor: Rafael Ramos
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